Los libros de la memoria en el Bajo Atrato

Por Riosucio, Bajo Atrato chocoano, rondan 30 cuadernos. Todos tienen el mismo título: “Rostros que caminan”. Cada uno tiene en el centro de la portada el retrato de una persona dada por desaparecida y al pie, su nombre. Las páginas están en blanco para que amigos y familiares escriban a mano sobre la persona ausente. Eyudis Córdoba tiene tres libros de tres hermanos dados por desaparecidos: Eudilio, Emilson y Eberto Córdoba. Tras escribir mensajes sobre ellos, para ellos, les pasó los libros a

Profesores del Pacífico y los Llanos le apuestan a cátedra de paz y estudios afro en el Meta

Yonnit Caicedo terminó en el 2004 una licenciatura en la Tecnológica del Chocó y debutó como profesor a tres cordilleras y 500 kilómetros en la sierra de la Macarena. “Hice una rumba de una semana con el nombramiento y me fui con los ojos cerrados. Allá conocí a la guerrilla”, dice. Le tocó la guerra al pie del salón: colegas asesinados, sembradíos de coca, él y los estudiantes guareciéndose bajo los escritorios durante uno de los bombardeos. Al cabo de una década de enseñar en zona de guerra, s

Un consumidor y tres dealers hablan sobre el decreto de Duque

Digo lidiar, pero creo que esa firma no va a cambiar lo fundamental. El decreto pone en papel lo que los policías hacen desde hace mucho tiempo: paran a las personas que les parecen sospechosas, las requisan y les quitan lo que tengan. Da igual cuánto es o ¿alguien ha visto a un tombo con una gramera en la mano pesando perico o bareta en la calle? Lo que no da igual es la pinta del consumidor porque el cálculo para saber si es sospechoso, al igual que el de los gramos, se hace a ojo. Si está muy

Ya existe la cura para la sobredosis de heroína, pero conseguirla es imposible

“Amor, ahí te dejé el chute en el baño”. Julieth entró buscar la jeringa que su novio le había preparado. Se pinchó, salió al cuarto y se desplomó. Labios morados, pecho quieto, pupilas diminutas perdidas en el vacío. Él la tiró en la cama, le dio golpes en el pecho, la sacudió. No reaccionó. Fue por agua al baño, se la echó en la cara. Seguía lívida. Pensó en llamar una ambulancia pero dudó; iban a llegar las preguntas, los paramédicos, la policía.

Recordó que ella le había hablado de la nalox

La casa de los indultados

Adentro funciona un hotel. El aviso de la entrada principal lo anuncia y todo lo demás, la recepción que hay que pasar para subir y la numeración de los cuartos en el segundo piso, lo confirma. Lo que no cuadra son las puertas abiertas de las habitaciones por las que se escapa el ruido de los televisores y la presencia constante de los huéspedes por el vestíbulo. A los habitantes de la casa al parecer los tiene sin cuidado la privacidad. Uno de ellos, un hombre en chanclas y sudadera, canta dist